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Viernes 9 Noviembre 2018
¿Te has sentido alguna vez un poco somnoliento después de comer una ensalada? ¿O ligeramente estreñido cuando comes una gran ensalada?
La lechuga contiene una substancia llamada lactucarium que “es conocida como el opio de la lechuga debido a sus propiedades sedativas y analgésicas”, aunque no es un derivado del opio.
“Los compuestos químicos del lactucarium que han sido investigados por su actividad biológica incluye el lactucin y sus derivados lactucopicrin y 11β13-dihydrolactucin. Se ha encontrado una actividad sedativa en el lactucin y lactucropicrin en medidas de movimientos espontáneos de ratones.” (Wikipedia)
No todas las personas van a sentir el efecto sedativo de esta substancia; la sensibilidad de cada persona es diferente. Pero si eres una persona hipersensible, y reaccionas a ciertos productos  como el café, el chocolate, el té, la coca-cola, las especies, las hierbas, etc., entonces te recomiendo que vayas con cuidado con la lechuga. Come las ensaladas preferentemente para cenar, y evita la lechuga si tienes tendencia al estreñimiento. ¡Pero también podrás utilizar la lechuga como un leve analgésico!
 

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Domingo 16 Septiembre 2018
Las personas con intolerancias y/o alergias alimentarias experimentan un rechazo a ciertos alimentos manifestándose de diferentes formas, principalmente en forma de desarreglos gastro-intestinales y dermatológicos.
Se considera que estas personas sufren una enfermedad, ya que no toleran alimentos que se consideran sanos. En estas personas, el organismo rechaza alimentos porque los considera perjudiciales.
Según la aproximación de la Higiene Natural, nuestro organismo es muy sabio, y siempre genera las respuestas más adecuadas para la supervivencia. Entonces, ¿por qué desarrolla estas reacciones desmesuradas?
Una posible respuesta a esta incógnita es que, en realidad, estos alimentos a los que se tiene una intolerancia y/o alergia no son tan sanos. Pero entonces, ¿por qué no todas las personas los rechazan, sino solamente algunas?
 
Cuando se ingiere un producto dañino para el organismo, éste empieza un proceso de eliminación que tiene dos etapas. En primer lugar se trata de neutralizar las substancias perjudiciales; y en segundo lugar, se utilizan las vías destinadas a la eliminación, a través de las heces, la orina, el aire exhalado o la transpiración. Pero, ¿qué sucede si estas vías se encuentran sobrecargadas, debido, por ejemplo, a un exceso en la cantidad de alimentos?
La forma en que el organismo intenta solucionar este problema para deshacerse de las substancias perjudiciales depende de diferentes factores: la genética del individuo, la cantidad ingerida de alimentos, la energía o estado de salud general de la persona, la historia personal respecto al alimento, etc.
Según la genética del individuo, existen principalmente dos formas de reaccionar frente a alimentos inadecuados: utilizar vías extraordinarias de eliminación o almacenarlos en un lugar donde no molesten.

La vía extraordinaria por excelencia para ayudar con la labor de eliminación es el sistema inmunitario. El sistema inmunitario limpia nuestro organismo de substancias que han conseguido entrar en el torrente sanguíneo, debido a unas vías de eliminación sobrecargadas o con una funcionalidad baja. Puede ser debido, por ejemplo, al síndrome del intestino permeable; al estreñimiento;  a un hígado sobrecargado debido a la gran cantidad de tóxicos y toxinas; a una situación de estrés, depresión o algún problema emocional que disminuye la energía de nuestros órganos; a la falta de sueño, o reposo, etc.
Pero la acción del sistema inmunitario crea una inflamación, con sus consiguientes posibles efectos: dolor, mucosidad o pus, hinchazón y rojez. Estos son los síntomas comunes de las alergias respiratorias o dermatológicas, así como de alergias más fuertes como el edema de Quincke.
¿Y si la eliminación debe realizarse de forma muy urgente debido a la peligrosidad de estos productos? Entonces se acelera la eliminación, con vómitos y diarrea.

En el caso de que el organismo opte por almacenar las substancias indeseables en vez de eliminarlas, entonces nos encontramos con un aumento de peso. La ventaja que disfrutan estas personas es que no padecen enfermedades de eliminación, pero el transporte de estas substancias hasta el lugar de almacenaje no es sin un coste asociado: aparecen las enfermedades cardiovasculares. Posteriormente, estas substancias pueden finalmente ensuciar el medio celular, y dañar tejidos y órganos del cuerpo, creando úlceras, quistes y hasta cáncer.
Las personas suelen ser una mezcla de los dos tipos (eliminación y almacenaje), de forma que en algunas ocasiones, según su estado energético y el alimento ingerido, padecen enfermedades inflamatorias de eliminación, sea agudas o crónicas; y en otras circunstancias tienden a almacenarlos donde el daño sea el menor posible.

Respondiendo a la pregunta del título ("Las Intolerancias alimentarias: ¿afectan sólo a algunas personas?"): todas las personas tienen algún tipo de intolerancia y/o alergia. Lo que es diferente es la forma en que ésta se manifiesta, con enfermedades gastro-enterológicas, dermatológicas, respiratorias, cardiovasculares, inflamatorias, etc.

En la jerga medical, se considera que las personas que no reaccionan con la eliminación, es decir, con alergias y/o intolerancias, toleran bien los alimentos. Simplemente, debido a su sobrepeso, se les recomienda comer menor cantidad y hacer más ejercicio. Pero el problema es mucho más importante, y debe tratarse de la misma forma que una persona con intolerancias y/o alergias; es mucho más complejo que reducir la comida y hacer más ejercicio.
Si frente a ciertos alimentos, el organismo de todas las personas o bien trata de eliminarlos, o bien trata de guardarlos donde no molesten , ¿no será que quizás ciertos alimentos no son tan sanos? En lugar de culpar al organismo por rechazar ciertos alimentos, deberíamos plantearnos si quizás el problema se encuentra en los alimentos que tomamos, y a las circunstancias que afectan a la digestión de los mismos; es decir, toda nuestra forma de vida, desde el ejercicio físico hasta nuestra vida emocional y espiritual.







 

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Sábado 16 Junio 2018
La flora intestinal, o población de bacterias y otros microbios que viven en el intestino, ha sido estudiada y descrita extensamente. Recientemente, el Dr. Marco Ruggiero ha empezado a investigar la flora o microbiota cerebral: los microbios que se encuentran en nuestro cerebro y el impacto que éstos pueden tener en la función cerebral.



 
El Dr. Marco Ruggiero impartió un seminario online muy interesante llamado “The Brain Microbiome” (la flora cerebral) el pasado febrero del 2018. Introdujo novedosas ideas en el área de la medicina, algunas de las cuales expongo en este artículo.

El Dr. Ruggiero ha acuñado el concepto de “4º cerebro”. El primer cerebro es el que todos conocemos que se encuentra dentro de nuestro cráneo. El segundo cerebro es el sistema nervioso entérico, que está formado por una red de neuronas situadas en el sistema digestivo, y que son responsables de, por ejemplo, la sensación de tener un nudo en el estómago, y ejerce numerosas importantes funciones digestivas. El tercer cerebro es la flora intestinal, la cual suministra 90% de la serotonina y 50% de la dopamina del cuerpo. Y este nuevo cuarto cerebro es la flora cerebral, los microbios del cerebro.

Hasta ahora se pensaba que el cerebro era estéril, es decir, que no existía ningún tipo de microbio dentro. Pero en Enero del 2013 se publicó un artículo que atrajo la atención del Dr. Ruggiero. El título de este artículo era “Brain Microbial Populations in HIV/AIDS: α-Proteobacteria Predominate Independent of Host Immune Status” (1) (Poblaciones de microbios en el cerebro en enfermos de VIH/SIDA: α-Proteobacteria predomina independientemente del estado immunológico del huésped).  En este artículo se estudiaba la susceptibilidad de las personas con SIDA de desarrollar infecciones cerebrales, debido a su debilidad immunitaria. Para ello, se analizaron los microbios que se encontraban en el cerebro de las personas que habían fallecido de SIDA y se comparaban con los microbios de las personas que habían fallecido por otras causas. El resultado del estudio fue sorprendente, ya que encontraron microbios en los cerebros de todas las personas estudiadas, y no sólo de las que tenían SIDA. Por supuesto, verificaron que no se tratara de una contaminación bacteriana en el proceso de análisis.

El tipo de microbios que encontraron en el cerebro era diferente de los presentes en otras partes del cuerpo. En el cerebro la bacteria predominante es la α-Proteobacteria, mientras que en las otras partes los dominantes son los Firmicutes, Bacteriodetes y Actinobacteria.

También analizaron los microbios en el cerebro de animales, y encontraron que solamente los primates también contienen algunos microbios, pero no en ningún otro tipo de animales mamíferos.

Parece ser que algunos microbios que existen en el entorno (tierra, agua, aire, …) entran en nuestro cuerpo via oral o respiratoria y luego son transportados seguramente a propósito hasta el cerebro por nuestro sistema inmune, particularmente gracias a los linfocitos y macrófagos que circulan dentro del cerebro,  según hipotetiza el Dr. Ruggiero. La razón por la cual estos microbios son transportados hasta el cerebro podría ser el hecho de que representan una ventaja evolutiva. A continuación vamos a explicar los beneficios que estos microbios pueden representar.

La primera función beneficiosa de la α-Proteobacteria es la detoxificación. Según el Dr. Ruggiero, unas investigaciones indican que estas bacterias ayudan a mantener el cerebro limpio de productos tóxicos dañinos que pueden llegar hasta el cerebro.

La segunda acción beneficiosa es la estimulación de las conexiones neuronales. El Dr. Ruggiero hizo un experimento donde cultivó células neuronales en una placa de petri con microbios de la flora cerebral. Como resultado obtuvo que el número y la complexidad de las conexiones eran aumentadas por la presencia de estos microbios y concluyó que “hay evidencia experimental de que la influencia de los microbios en las neuronas es inmensa”.

El Dr. Ruggiero encontró en otro artículo de investigación (2) que la suplementación con probióticos promueve la calcificación, a través de la estimulación de la expresión de los genes (epigenética) involucrados en la osificación. Entonces extrapoló este hecho y lo aplicó al momento en que las fontanelas del cerebro de los bebés se cierran. En los humanos el tiempo que las fontanelas tardan en cerrarse es superior al de los primates, lo cual permite que el cerebro pueda crecer más; y una capacidad craneal aumentada permite el desarrollo de un sistema neuronal más complejo.

A partir de estos estudios, el Dr. Ruggiero deduce que “los alimentos fermentados (ricos en bacterias probióticas) fueron los responsables de que los humanos tengamos una capacidad craneal superior, una red neuronal más compleja y una mejor desintoxicación del cerebro”.

Todas estas ideas son muy importantes en términos de cómo la nutrición, y especialmente los alimentos fermentados y la suplementación con probióticos, puede impactar la función cerebral. Pero me gustaría añadir algunos comentarios:

1) Cuando se lee con detenimiento el artículo sobre los microbios en el cerebro de personas con SIDA (1), se descubre que el equipo de investigación estudió también la microbiota de algunos cerebros de pacientes  epilépticos vivos cuyos cerebros habían sido intervenidos por una operación quirúrgica. Curiosamente, la microbiota en el cerebro de estas personas vivas eran muy inferior a la de las personas fallecidas por SIDA. También se analizó la microbiota de otras personas que habían muerto por otras causas diferentes al SIDA, y éstas tenían una flora cerebral similar a los del SIDA. En las muestras cerebrales de las personas epilépticas no se pudo encontrar bacterias del tipo actinobacteria, ß-proteobacteria y γ-proteobacteria, mientras que estas cepas eran bien presentes en los cerebros de personas fallecidas. La cantidad de α-Proteobacteria eran también considerablemente inferior. En la siguiente tabla se muestran los valores exactos de cada clase bacteriana en cada caso que se publicaron en el artículo (1), donde "VIH" son las personas que fallecieron de SIDA, "CIR" son las personas sometidas a cirugía por epilepsia y "Otros" son personas fallecidas por otras causas diferentes al SIDA
 
Clase bacteriana VIH1 VIH2 VIH3 VIH4 CIR1 CIR2 Otros1 Otros2 Otros3 Otros4
α-Proteobacteria 41 49 37 17 3 19 168 39 98 27
Actinobacteria 17 9 24 4 0 0 13 8 6 7
ß-Proteobacteria 0 0 1 0 0 0 5 3 0 0
γ-Proteobacteria 0 4 1 0 0 0 2 0 2 20


Estos hechos me hacen plantearme la cuestión de si el desarrollo de estos microbios se produjo quizás post-mortem, o quizás estos microbios no están presentes en las personas vivas, o bien en cantidades muy bajas, según su salud. En mi humilde opinión, creo que quizás la presencia de microbios en el cerebro es un signo de decaimiento, empezando el desarrollo bacteriano cuando se padece algún tipo de enfermedad, especialmente una enfermedad neurológica como la epilepsia, o post-mortem en el caso de un cerebro sano. En realidad, no se puede conocer con certeza, ya que nunca se ha analizado la microbiota cerebral de una persona perfectamente sana, o al menos, nunca se ha publicado en una revista científica.

2) El experimento que concluye que las conexiones neuronales aumentan cuando las neuronas se encuentran en un entorno rico en proteobacterias puede ser interpretado de una forma diferente. Se conoce que las situaciones ligeramente estresantes, como un desafío, estimulan nuestra inteligencia. En la naturaleza, encontramos que los organismos que están sometidos a cierto tipo de entorno incómodo crecen mejor. Por ejemplo, los árboles frutales que crecen en un entorno salvaje, sometidos a las inclemencias del tiempo como fuertes vientos, dan frutos más ricos que los que crecen en entornos protegidos sin viento.
De la misma forma, un entorno lleno de microbios constituye un reto importante para la supervivencia de una célula, siendo estimulada para crecer más y colaborar con otras neuronas estableciendo más conexiones con el fin de solucionar el problema de la infección bacteriana. De nuevo, no se puede conocer con certeza si la presencia de microbios supone una ventaja para el desarrollo del cerebro, o es simplemente una situación peligrosa y estresante para el organismo.

Por lo tanto, creo que las conclusiones del Dr. Ruggiero sobre la flora cerebral deben ser tomadas con cautela y esperar hasta que se hayan realizado más investigaciones.

También debe considerarse el conflicto de intereses que él mismo reconoce. Él es el fundador de una empresa dedicada al desarrollo y producción de probióticos basados en la microbiota. Pero este hecho no es nuevo; todos los médicos que conozco que se dedican actualmente a la investigación en nutrición son propietarios de un laboratorio que fabrica suplementos nutricionales.


Referencias

(1) Branton WG, Ellestad KK, Maingat F, Wheatley BM, Rud E, Warren RL, et al. (2013) Brain Microbial Populations in HIV/AIDS: α-Proteobacteria Predominate Independent of Host Immune Status. PLoS ONE 8(1): e54673. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0054673

(2) Maradonna F, Gioacchini G, Falcinelli S, Bertotto D, Radaelli G, Olivotto I, et al. (2013) Probiotic Supplementation Promotes Calcification in Danio rerio Larvae: A Molecular Study. PLoS ONE 8(12): e83155. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0083155

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Domingo 22 Abril 2018
Tener un perro es una de las mejores inversiones para la salud de una persona y de toda la familia.
Según algunos estudios, las personas que tienen un perro tienen una esperanza de vida 10 años mayor. (1)
El ejercicio realizado con los obligatorios paseos diarios; el amor incondicional, la compañía, la fidelidad y la protección que ofrece un perro y el amor que suscita en su amo, son factores que inciden de forma espectacular en mejorar la salud de una persona.
Existen además, perros entrenados para personas con discapacidades y para niños con trastornos del desarrollo.
 
Recientemente hemos adoptado un perro. Es un Labrador, caracterizado por poseer una gran fuerza, energía e inteligencia; y por ser muy cariñoso. Es una raza que necesita mucho ejercicio y que ofrece mucho amor.
Los efectos en la salud de la familia ya han empezado a notarse.
Mi hija es la responsable de pasearlo cuando vuelve del colegio y los fines de semana; por lo que el tiempo que pasaba delante del ordenador se ha reducido, y ha aumentado el tiempo que se encuentra en el exterior paseando.
Mi marido y yo lo paseamos también a diario, por lo que también hemos aumentado la cantidad de ejercicio físico diario de forma substancial. Y en mi caso, esto se traduce en una mejor tolerancia a determinados alimentos y una mejora en la calidad del sueño.
Como mencionaba en este artículo anterior, al aumentar la energía del organismo gracias a diferentes factores, como puede ser el ejercicio físico o el sol, se incide sobre la energía digestiva, mejorando la capacidad de tolerar diferentes alimentos. El ejercicio físico también permite que se concilie el sueño más rápido y que sea más profundo.
Además, si el dueño padece algún desorden psicológico, como una depresión, un trastorno bipolar, o un trastorno obsesivo compulsivo, tener un perro puede ser la mejor terapia que existe en el mundo. En mi caso, por ejemplo, mis manías sobre la limpieza de casa se han esfumado en una gran parte. La verdad es que es imposible mantener una casa con jardín de forma impecable cuando se tiene un perro, y si hay que escoger, apuesto a que después de unos días, el amor por el perro va a ganar al deseo de una casa inmaculada.
Y para los niños hiperactivos, autistas y discapacitados, un perro puede suponer una gran ayuda en su desarrollo. En estos casos, como se explica en este artículo, es preferible que se trate de un perro de asistencia entrenado para acompañar este tipo de niños. En el artículo se menciona que estos perros “hacen de agentes motivadores y reforzadores de conductas, además de catalizadores de emociones, sus efectos socializadores son muy efectivos, y fomentan, entre otras cosas, el aumento de las habilidades sociales; la atención; la concentración; la comunicación; y la autoestima.”
En palabras de David R. Hawkins (1): “The more we love, the more we can love. Love is limitless. Love begets love. this is why psychiatrists recommend having a pet. A dog, for example, brings love and expands love in the heart of the owner. Love prolongs life. In fact, research documents that having a dog extends the owner’s life by ten years! Just think of all the bizarre exercises, diets, and other regimens that people go through to add relatively small amounts of time on to their life, when they can simply get a dog and add ten years! Love has a powerful anabolic effect. Love increases endorphins, which are life-enhancing hormones. You live ten years longer with a dog in your life because a dog catalyzes the energy of love, and that energy of love heals and prolongs life.
Es una experiencia que recomiendo a todas las familias, ¡y conviene a todas las edades!

Referencias:

(1) “Letting go. The pathway of surrender”, David R. Hawkins (p.177):

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Martes 27 Febrero 2018
Esta explicación sobre la diferencia entre el hambre, o verdadera necesidad de comida, y el apetito, o el deseo de comer, ha sido extraído de  “The Life Science Health System” de T.C. Fry.





 


Leer más... Hambre o apetito

El hambre salvaguarda la vida. Impulsa el organismo que necesita alimentos a buscar y procurarse comida. Si no hay necesidad de alimentos no hay hambre. El hambre es una expresión de una necesidad fisiológica, y cuando está ausente, se debe entender que la necesidad fisiológica que la crea también está ausente. Cuando no se tiene hambre no se debe comer.

Solemos confundir las mórbidas sensaciones de un adicto a la comida por las expresiones normales de vida. El hambre auténtica, en vez de producir lasitud y somnolencia, o debilidad, induce un estado de alerta y actividad en busca de comida.

La sensación de vacío y los retortijones no son síntomas de hambre. Tampoco la sensación de debilidad, las migrañas o las nausea. Estas sensaciones son consecuencia de la irritación gástrica, úlceras gástricas, indigestiones, catarros gástricos, reacciones del síndrome de abstinencia, etc., y no del hambre.

Cuántas veces vemos personas que siempre están comiendo y que tienen hambre continuamente. Comen muchas veces al día, e incluso a veces se despiertan para comer también por la noche, pero parece que nunca tengan suficiente. Estas personas no tienen realmente hambre, sino que son adictos a la comida y emplean la comida de forma paliativa. Comiendo alivian su angustia gástrica nerviosa. Estos son casos extremos de lo que usualmente se considera como hambre. La sensación de desmayo que sufren muchas personas cuando tienen sensación de hambre no es por falta de nutrientes, sino debido a la falta del estímulo habitual que supone su comida.

Si se dejan pasar, estas sensaciones mórbidas desaparecen, antes o después; pero si se toma alguna comida o bebida, son paliadas solamente temporalmente, de la misma forma que la morfina alivia un drogadicto. Cuando el estómago está vacío de nuevo, las sensaciones vuelven otra vez, incluso con mayor intensidad.

La sensación de hambre auténtica se siente en la boca y la garganta, y está relacionada con el sentido del gusto y olfato. Se identifica por una sensación de hacerse la boca agua con cualquier tipo de comida. El hambre verdadero no se siente en el estómago. Es similar a la sed; se siente en la boca y la garganta y hay un deseo claro y distinto de tomar agua.

La mayoría de hombres y mujeres nunca han experienciado el hambre verdadero en sus vidas. Su apetito y su hambre está pervertido por una sobrealimentación durante la infancia, y nunca han tenido la oportunidad de sentir un hambre normal durante el curso de sus vidas, ya que la sobrealimentación ha continuado siempre. Empezó con la primera comida que el bebé se vio forzado a comer, y a continuación, cada llanto fue interpretado como una señal de hambre. Durante el primer año de vida, las comidas de los bebés suelen ir reguladas por las señales de llanto. Esta forma incorrecta de alimentación provoca un desarreglo gástrico desde la infancia.

En este otro artículo encontrará más información sobre las causas de la alimentación compulsiva, las adicciones alimenticias, así como algunos consejos sobre cómo superar estos desórdenes de la alimentación.


 

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